A María en su soledad

.

.

.
A MI VIRGEN DE LOS DOLORES

Virgen querida y amada,
que estas en tu pedestal,
me miras tan triste y callada,
que por dentro me haces llorar.

Tu faz refleja la pena,
de los dolores acumulados,
por la muerte de tu hijo,
Cristo Sacramentado.

La sencillez que te envuelve,
cuando te llevan el paso,
me embarga de ternura,
mi corazón se rompe en pedazos.

Las lágrimas que afloran en tu cara,
con esta expresión candente,
hacen que mi alma se encoja,
de una forma sorprendente.

En tu mano llevas la muestra,
de la cruel realidad,
una corona de espinas,
y en tu pecho un puñal.

Que todos los seres humanos,
cuando te quieran mirar,
sientan lo mismo que yo.....
mucho amor y mucha paz.



         Mª. Dolores Comes
                       (Cofrade)


A María en su Soledad

Tórtola herida que con dulces trinos

cuentas al bosque tu mortal congoja,

flor azotada por el cierzo crudo,

inocente paloma:


¿Quién al mirarte solitaria

y triste Cabe el sepulcro

en que tu amor reposa,

¿Quién no golpea su rebelde pecho

y tu angustias llora?


Virgen bendita, manantial de amores,

por mí te encuentras lacerada y sola,

por mí la espada del dolor acerbo

tu corazón destroza.


Fueron mis culpas

el amargo cáliz

que tuvo que apurar

hasta la hora en que rindió a la muerte

su cabeza en la cumbre del Gólgota.


Mis culpas agotaron

las espinas, mis culpas

incitaron a la tropa

de sus tropas verdugos,

y o su pecho rasgué con furia loca.


Déjame, Madre,

que contigo llore,

permite que mi sangre pecadora

purifique besando compungido

de tu manto la orla.


                ISIDORO MACABICH ( 1907 )


.

.

.


SALVE REGINA



Salve, Regina, mater misericordiae;

vita dulcendo et spes nostra, salve.

Ad te clamamus, exules, filii Evae.

Ad te suspiramus, gementes et flentes

in hac lacrimarum valle.

Eia ergo advocata nostra,

illos tuos misericordes oculos ad nos converte.

Et Iesum, benedictus fructus ventris tui,

nobis post hoc exsilium ostende.

O clemens, O pía, o dulcis Virgo María.

.

.

STABAT MATER



Estaba la Madre dolorosa

junto a la Cruz, llorosa,

en que pendía su Hijo.

Su alma gimiente,

contristada y doliente

atravesó la espada.

¡Oh cuán triste y afligida

estuvo aquella bendita

Madre del Unigénito!.

Languidecía y se dolía

la piadosa Madre

que veía las penas

de su excelso Hijo.

¿Qué hombre no lloraría

si a la Madre de Cristo

viera en tanto suplicio?

¿Quién no se entristecería

a la Madre contemplando

con su doliente Hijo?

Por los pecados de su gente

vio a Jesús en los tormentos

y doblegado por los azotes.

Vio a su dulce Hijo

muriendo desolado

al entregar su espíritu.

Ea, Madre, fuente de amor,

hazme sentir tu dolor,

contigo quiero llorar.

Haz que mi corazón arda

en el amor de mi Dios

y en cumplir su voluntad.

Santa Madre, yo te ruego

que me traspases las llagas

del Crucificado en el corazón.

De tu Hijo malherido

que por mí tanto sufrió

reparte conmigo las penas.

Déjame llorar contigo

condolerme por tu Hijo

mientras yo esté vivo.

Junto a la Cruz contigo estar

y contigo asociarme

en el llanto es mi deseo.

Virgen de Vírgenes preclara

no te amargues ya conmigo,

déjame llorar contigo.

Haz que llore la muerte de Cristo,

hazme socio de su pasión,

haz que me quede con sus llagas.

Haz que me hieran sus llagas,

haz que con la Cruz me embriague,

y con la Sangre de tu Hijo.

Para que no me queme en las llamas,

defiéndeme tú, Virgen santa,

en el día del juicio.

Cuando, Cristo, haya de irme,

concédeme que tu Madre

me guíe a la palma de la victoria.

Y cuando mi cuerpo muera,

haz que a mi alma se conceda

del Paraíso la gloria.

Amén.

.

.

.

.

.

.

.


.

.

.

.

.

.



.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

..

.


.

.

..

.

.

.

.

.

.

.

.

..


..

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

..

.

.

.